>>>Fernando Espuelas,Madre Materia. Escritos de Arquitectura, Madrid: Lampreave, 2009.

La materia para la arquitectura ha sido siempre algo transitivo, pero en este momento en que disminuye su presencia y se oculta su fisicidad, es necesario ocuparse de ella, ir aguas arriba en busca de nuevas claves que ayuden a leerla, en el convencimiento de que como dice Gadamer, “el ser que puede entenderse es lenguaje”. No puede ser otra. Ésta pretendo que sea mi labor, encontrar contextos en los que la materia (tan dispar) pueda manifestarse. Y sabiendo que todo lo que ayude a entenderla mejor, a darle sentido, a ella se le entrega porque a ella le pertenece. Gadamer de nuevo: “La comprensión no es un comportamiento subjetivo respecto al ‘objeto’ dado, sino que le pertenece a la historia efectual, esto es, al ser que se comprende”.

La necesidad de ocuparse de la materia en una sociedad dominada por la imagen, brota como una inconsciente forma de resistencia. Así que en el fondo de esta investigación late la necesidad de restablecer algo parecido a la justicia en la aún vigente dualidad entre imagen y fisicidad, o en términos aristotélicos, entre forma y materia.

Decidimos usar el término de materia para nombrar todos los atributos físicos de la arquitectura. Lo cierto es que parece necesario ocuparse del papel que juega la materia de la arquitectura y además, que es preciso hacerlo prescindiendo de la pragmática de la construcción, de las técnicas que pretenden apropiarse de todo su registro físico.

El texto que aquí se propone oscila entre la filosofía y la arquitectura, por momentos intenta fundirlas con la ayuda impagable del arte. La división en capítulos no responde al tratamiento de temas independientes, sino que define distintos puntos de vista con los que entender a la protagonista única y exclusiva, la materia. Dicho planteamiento permite la lectura independiente de cada uno, sin atenerse al orden de su presentación.

Este ensayo trata de plantear preguntas nuevas o nuevas formas de hacer ciertas preguntas permanentes con las que cercar, a través de su materia, a eso que siempre se escapa y que llamamos arquitectura. Si como afirma Heidegger, preguntar por equivale siempre preguntar a, es a la propia materia a la que se le formulan esas preguntas y a ella he pretendido prestar mi voz. E n cualquier caso, el desarrollo del trabajo ha ido orientándose hacia una formulación débil o abierta, la del pensamiento que interroga más que afirma, recordando al propio Heidegger cuando dice que “el preguntar es la piedad del pensamiento”.