
>>>Luis Arenas y Uriel Fogué (eds.), Planos de [Inter]sección. Materiales para un diálogo entre filosofía y arquitectura, Madrid: Lampreave, 2011.
En el curso de este trabajo se pone de manifiesto la riqueza de los mestizajes. Tomar conciencia de que estas dos esferas, filosofía y arquitectura, no sólo no son ajenas la una de la otra, sino que se necesitan y se interpelan, abre oportunidades emocionantes para “construir el pensamiento”, para “pensar la arquitectura”. Si algo queda patente en los trabajos que acompañan a este libro, escrito a varias manos, es que la filosofía y la arquitectura habitan en una “vecindad recíproca”. Ambas forman parte de un complejo archivo: nuestra época diversa, plural, multidisciplinar. Porque la construcción es un campo de pruebas que, a la vez que edifica, moviliza la reflexión y constituye el laboratorio en el que los lenguajes se materializan y se “retuercen” al tener que enfrentarse a programas intempestivos. Y porque, por otra parte, la filosofía despliega sus destrezas abriendo espacios y construyendo problemas, ensamblando las materias, cuestionando las evidencias y poniendo a prueba los sentidos comunes. Los “planos de intersección entre la filosofía y la arquitectura” son los espacios heterogéneos de la interpretación pero también de la controversia: una (a)puesta en acción desde la que (se) interviene (en) la realidad.
Asumir el reto que implica la comprensión de la arquitectura como una unidad relacional y, por tanto, como una entidad que enlaza espacios y define competencias mucho antes que objetos, inaugura excitantes programas de trabajo que precisan de conocimientos compartidos. Para empezar implica esquivar una aproximación exclusivamente compositiva e invita a explorar aquella otra noción operativa que la comprende como la instalación de un campo relacional que se determina a partir de sus ensambles. Así, la arquitectura se despliega por naturaleza en tácticas y estrategias. Así, la arquitectura ha de ser, necesariamente, discutida y discutible, porque sólo bajo esta premisa se construye la polis. Por este motivo, se hace imprescindible establecer los puentes entre estas esferas aparentemente autónomas y que, sin embargo, pactan alianzas silenciosas, condición que, por cierto, tiene lugar en todas las obras cuando entran en acción, independientemente de si son conscientes de ello sus autores y habitantes.